20120402

Algún día te diré, enana, todo lo que no deberías haber hecho.

Esa noche me cabreé con cada una de las personas que me habían hecho daño alguna vez, porque no lo habían conseguido del todo. Yo seguía ahí, obstinado, punzante. No me habían hundido ni un poquito. Con tantas cicatrices, ¿cómo puede uno seguir vivo?
Surgió en mí la necesidad imperiosa y egoísta de hacer a alguien partícipe de mi dolor. No quería que me dirigieran miradas lastimeras o palabras vacías. Tan solo... una persona que advirtiera mi interior desgarrado e intentara curarlo con sonrisas.
Cogí el teléfono. Marqué el número más fácil del mundo.
-Hola. Sé lo que quieres -respondió.
-Oh, qué bien. Yo no.
Suspiró.
-Jacques.
-Síp.
-Deja. De. Pensar. En. Ello.
Me callé. Podía imaginar su cara mientras lo decía: ojos entrecerrados, labios rojos y perfección imperfecta. Mentalmente, dibujé las líneas finas de su perfil enojado.
Ah, enana. Qué bonito tenerte. 
-Sé que te aburres, allí tumbado en tu cama, y también sé que te pesa el mundo en los hombros.
-¿Sabes, Emery? Está bien.
-¿Qué es lo que está bien?
-Esto. Imaginarte aquí, saber que existes, oír tu voz. Está bien.

1 comentario:

Nocturne dijo...

Ains, como siempre, tus personajes son alkjdshflkajshflksajhflkdsahflaskjhflaksjflkasjhflksajhclkahclkajhdfruayrhfalkjdshfclkajdhclkadyrlfakjhalkdsjhfcalskuyrajfhlareyeiuyriueyiueyuasyfieyfyfhiurfhcncriuytiausfas. Yeah. Escribe más, anda e_e