20120128

Just because I'm losing doesn't mean I'm lost


Ya sabes lo que dicen, guapa. Los desastres nunca llaman a la puerta.

Supongo que también influyó lo de que no tengo timbre y eso. Lo sé, lo sé; tampoco fue tu culpa que estuviera nevando, o que la valla de mi jardín -si es que se le puede llamar así- la pueda saltar hasta un manco en silla de ruedas, o que mi fuerza de voluntad sea casi nula. Nada es tu culpa, nunca, bajo ninguna circunstancia, ¿no es así?

Rompiste unas cuantas cosas, entre ellas una ventana y un par de cortinas, pero no te lo tendré en cuenta. No, no lo haré, porque tu sonrisa al caer entre los cristales valía mucho más que todo eso. Clavaste tus ojos oscuros en mí con esa mirada de tengo-todo-el-derecho-a-estar-aquí y yo no sabía qué hacer, si coger el cuchillo del jamón o decirte "Hola, cariño, te he echado de menos. ¿Te apetece algo? Oh, y no temas por las cortinas, estaban demasiado viejas de todas formas."

Así que opté por la salida fácil, segura. Me senté en el sofá.

Apoyé las manos sobre las rodillas.

Dijiste:

-Me apetecía verte.

Asentí. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Te levantaste. La tela de tu vestido negro hacía un sonido muy agradable cuando te movías, y estabas rodada por un aura de nieve y cristal.

"Estás muy guapa, Sigrid", quise decirte.

-¿Qué haces aquí, Sigrid? -dije.

-Ya te lo he dicho.

Te paseabas por el salón como si fuera tuyo.

Vale, lo era. Pero ahora lo había convertido en mío y, llevando la contraria a tus ojos, quise gritar que no tenías ningún derecho a estar ahí, a parecer un ángel vestido de negro, a decir "Me apetecía verte".

Te quedaste mirando tu propio reflejo en el espejo del pasillo. Parecías un fantasma.

-Sé lo que piensas -susurraste.

-Pienso que esta noche va a hacer un frío de mierda porque me has roto la ventana.

Me agaché para recoger los trozos de vidrio de la alfombra y los amontoné en una suave colina brillante junto al sofá. Después cerré la ventana, ahora inservible ya que solo quedaba el marco de madera. Un soplo de viento helado hizo que los ojos me lloraran, y me los sequé con rabia.

Te sentía detrás de mí.

-Lo siento.

-No pasa nada. La arreglaré mañana.

-No hablo de la ventana.

-Ya.

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