20120109

45 Que me mirases como si me fuera a romper.

Estaba atravesando el Río Emery. Lo hacía con cuidado, un pie delante del otro, porque yo soy torpe y el Río Emery tiene muchas rocas sueltas (y piedad le queda poca). Intentaba no resbalar, mantener el equilibrio, no detenerme en los lugares peligrosos. Supongo que no lo conseguí. Supongo que me arrastró la corriente o esa niebla clara.
Ahora estoy dentro de ti, ¿verdad? Está oscuro.
Ojos cerrados, abiertos; ¿qué más da?
Negro que pesa.
Hay cosas especiales aquí dentro: remolinos en el café, aguacero sobre la hierba.
No se parece mucho a ti, si quieres que te diga la verdad. (Pero ¿te conozco en realidad?) No sé si quiero saberlo.
Tampoco sé si quiero irme de aquí.
Subo un poco; rozo tu corazón con las puntas de mis dedos. Ahí está: siento todos tus escalofríos y suspiros y sollozos.
(Esa guerra fría que llevas dentro)
Entonces, una vez más, estrechas los dedos y me echas afuera. No me quieres dentro de ti, ¿es eso?
Pero nunca me rindo, enana. Aunque me desgarres
y
solo
queda
frío.

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