20111222

You believe in miracles?

Jacques dijo que ya no creía en nada. Fue un miércoles, lo recuerdo. Lo recuerdo porque ese fue el único día que me pesó más el corazón que la cabeza.

Eran más o menos las cuatro de la tarde y me lo encontré de cara junto a mi esquina, y lo dijo.

"Hoy ya no creo en nada."

Sus labios no mentían, pero sus ojos me miraban como si esperase que yo soltara una carcajada de pronto o rebatiera sus irrebatibles palabras. Como si necesitara que yo le salvase.

"Ja", pensé.

-¿Y eso? -dije.

Sus pestañas cayeron. Yo no dejaba de pensar que aquel miércoles a las cuatro de la tarde junto a mi esquina estaba muy guapo. Pero claro, eso no se lo iba a decir.

-Lo he decidido. De todas formas, no hay nada que valga la pena ya. Nada merece que yo crea en ello.

-¿Ni siquiera el ratoncito Pérez?

Arqueé las cejas, intentando sonar lo más seria posible.

Entrecerró los ojos.

-Lo digo en serio.

-Vale -hice una pausa-. ¿Los reyes magos, quizá?

Me lanzó una mirada que destilaba veneno. Entonces me di cuenta de que deseaba que él creyera en algo. A ver, ¿quién iba a sonreírme todas las mañanas en el pub sino míster-Jacques-dentadura-perfecta?

Le di un toque en el hombro.

-Eh, Jacques.

Ladeó la cabeza.

-Eh, Emery.

-Ya sabes... Ya sabes que siempre puedes creer en mí -aparté la mirada. Había costado menos de lo que pensaba.

Entonces sonrió y me encontré desarmada, aterrada.

-Vale, Emery-corazón-de-acero. Ya lo hago.

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